viernes, 17 de febrero de 2017

Me gustan las miradas.

La clase de baile de salón es increíble.
De momento, al empezar, cuando tienes a la persona en frente no te imaginas que vayan a poder sintonizar el movimiento del cuerpo.

"¿En verdad podremos coordinar juntos?"
Y quizá en un principio, unos pasos tontos, choques de manos y sonrisas incómodas.
Pero después las cosas se van poniendo padres.

La secuencia ya sale, sabes dónde tienes que poner las manos.
Te mueves cuando debes y te dejas llevar a gusto.
De pronto la maestra corrige al grupo entero y dice que parecemos robots y que necesitas acercarte más.
Que lo disfrutes, que lo goces. Que el merengue es romántico.
Y entonces te pegas más...

Puedo mirar hacia arriba y te puedo ver tan cerca de mí.
Ha pasado más tiempo del que siento conociéndote.
Y ya quiero tener más que ver contigo.

Me gustan las miradas.
Me gusta que roten parejas y sentir alivio y confianza cuando llegas tú.
Me gusta reírme contigo y que sepas que el izquierdo es mi lado nulo.

Me gustarían muchas cosas más.
Y claro, esa es la historia de siempre.
Quisiera que Ale no tuviera razón.
Quisiera que no me importara.

Entre dudas y comparaciones se pone triste la tarde si no mandas mensaje.
Quizá ahora ya quiero una noche de netflix.
Quizá esta vez si quisiera que se dieran las cosas.

Pero todo se va acomodando.
Y estamos dónde tenemos que estar. 

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