martes, 10 de julio de 2018



Qué ganas de besarte día y noche.
De contarte secretos.
De ser tu secreto.

Qué ganas de ver pasar el tiempo.
De no tener prisa.
De escucharte... de callarte.

Qué ganas de verte a media luz.
De apagarla.
De sentirte.

Qué ganas de que al día siguiente sepas que fui yo.
Yo, quién te tocó.
Yo, quién te habló.
Yo, quién te besó.
Yo, quién se entregó.

Qué ganas de que no digas nada entonces.
Que solo sonrías.
Que sonrías cohibido.
Cohibido y valiente.

Y qué ganas,
que entonces...
tengas las mismas ganas que yo.

Me he dado cuenta que es importante escribir de todo.
Que las palabras son como una cámara lenta en una película.
Ese preciso instante en que empieza una canción.
La vida es agua en nuestras manos.
Los momentos, los lugares y las personas.
Y cada sensación que tengo, incluidos los sentimientos.
Como si las emociones estuvieran en cada poro de piel.
Química.
Somos pura química.
Desde el nacer y hasta el morir.
Pero esta química nos permite salir, nos permite exteriorizar, nos permite expresar.
Superar el tiempo y el espacio.
Yo no sé si mi química resista al mañana, pero si no... que mis palabras perduren en el tiempo.
Que alguien pueda leer mi historia, que la critique, que la admire o en el peor de los casos que le sea indiferente... pero que pueda llegar hasta otra persona.


Queridos Magda, JB y Matheo:

Sé que debería escribir esta carta en francés, pero temo que mi mensaje no pueda trasmitirse completamente como lo deseo. Prefiero no correr riesgos y escribirlo en español:

Jamás me alcanzarán las palabras para agradecerles. Me han dado lo más valioso que un ser humano le puede dar a otro y es: su tiempo. Gracias por dedicarme tiempo, por compartir conmigo momentos, por permitirme conocer su vida y su historia. Me voy con muchos aprendizajes no solo sobre la cultura francesa o la colombiana, no solo sobre limpieza ni solo sobre usos y costumbres ajenas. Me voy con aprendizajes de cada uno de ustedes. Con sus puntos de vista, sus reflexiones, sus perspectivas y sus opiniones, me han alimentado y me han ayudado en mi crecimiento como persona.

Siempre los llevaré en mi corazón porque ahora forman parte de mi.

Les doy las gracias desde el corazón y con el alma les deseo una hermosa y maravillosa vida. Espero Dios me dé licencia para volverlos a ver pronto y darles un fuerte abrazo.

Á bientôt!

Los quiere: Gaby.