miércoles, 1 de mayo de 2024

 Qué importante el poder ser honesto… poder compartir tu verdad.

Me gustó mucho lo fácil que le escribí… qué ligero se siente cuando eres tu mismo y cuando a parte sabes que lo estas haciendo desde la empatía, desde el amor y el respeto.


Me solté a llorar a penas le di enviar… como si fuera una verdad que necesitaba ser compartida pero que ni siquiera había tenido el valor de decírmela a mi misma. 


Qué fuerte es cuando la vida te pide que te calmes. Yo creí estar en pausa y sigo impresionándome de mi capacidad para acelerarme aún cuando de manera consciente estoy intentando detenerme.


Y es que a veces… aunque pausemos en áreas de nuestra vida como ahora yo he parado a nivel profesional… a veces las pausas se necesitan en lugares que quizá todavía ni reconocemos. 


Creo que estoy haciendo algo mucho más grande que buscar trabajo… estoy intentando alinear mi vida profesional con mi propósito de vida. 


Para eso necesitaba primero encontrar mi propósito y si me metía a un trabajo para el cual profesionalmente tengo las licencias… terminaría absorbiéndome en mi tiempo esa nueva rutina, emocionalmente me absorbería la sorpresa de algo “nuevo” y mentalmente el aprender nuevas estructuras y lo que necesitarían que haga. 


Quise tener el valor de adentrarme en lo profundo de mi, creer en mi intuición. Confiar en que Dios me esta enviando las señales correctas para moverme como agua hacia dónde puedo fluir mejor. 


Mi lado creativo esta más presente que nunca. No solo en mi estructura mental sino en mi rutina diaria. No me había dado la oportunidad de reconocerlo y es hasta ahora que lo descubro reflejado además en muchas otras partes. Tantas veces que no entendía por qué cuando me llegaba un feeling de ya hacer o desarrollar algo tenía que hacerlo en ese momento o después no se podría generar y literalmente ese algo moriría y jamás vería la luz de la realidad… y ello es parte de respetar todo ese proceso creativo, reconocer que somos fractales temporales en los que se canalizan y filtran lo que vivimos con el cómo vemos las cosas en este preciso momento… dando a luz toda clase de proyectos, ideas, propuestas… desarrollos etc. 


Antes no sabía explicar el por qué era tan importante para mi respetar mi flujo, mi ritmo… porque ni siquiera le daba valor a mi ritmo. Pensaba que todo tenía que ser lineal y estructurado. Que todo tiene un principio, desarrollo y final sin acordarme que incluso en la escritura existen diferentes tipos de voces narrativas para jugar con los elementos y CREAR lo que queramos. 


Podemos CREAR. No podemos controlar muchas cosas pero siempre podemos CREAR. Y jamás me di la oportunidad de verme a mi misma como alguien con esa capacidad. Me vendí la idea de tener que ser estructurada por mi “falta de organización” y es hasta ahora que reconozco que mi cerebro funciona diferente al de las personas promedio y que no es una debilidad como lo he visto desde pequeña, sino una fortaleza y que ahí estaba mi valor y mis respuestas. Anteriormente me enfoqué en lo que “tenía” que ser y no en lo que SOY y hoy que ya me empecé a encontrar a mi misma, a sentir y a saborear… ya no me puedo soltar. 


Me dolió mucho sentir que me equivoqué en la playa. Que yo ya sabía que si no tomaba todo estaría bien y que por volcarme de nuevo en los vicios (aunque solo fueran 2 o 3 bebidas), me había apartado de lo que era realmente importante para mi en el viaje: conectar con la naturaleza, darme el tiempo para pensar, para escribir, para poner en orden mis ideas. Lo que yo buscaba era estar presente, desconectarme de todo para buscar más respuestas en mi… al final me ganó mi lado aventurero de querer platicar con personas y ampliar mi panorama… de querer relajarme y apagar la mente. Me sentí muy culpable pues perdí valioso tiempo de conexión conmigo, preocupé a mi familia y perdí dinero. 


Pero nada se pierde en esta vida… todo son aprendizajes aunque impliquen dolor. Mi historia con el alcohol esta más que clara y quizá es una invitación a un compromiso firme. Por otra parte… es un recordatorio que debemos tener cuidado de qué tanto compartimos y a quién de nosotros mismos, como dice Marguga que no todos son como nosotros ni actuarían como nosotros lo haríamos y que debemos tener cuidado. También me enseña que debo por completo vivir el presente. En cualquier momento las cosas cambian. Nos cuesta trabajo a veces aceptar cuando cosas buenas nos pasan, sentimos como hasta culpa. Eso, hasta que nos llegan las cosas malas… que arrasan con todo, sin pedir permiso, sin dar explicaciones, las cosas que no nos gustan llegan y toca transitarlas. 


Entonces hay que valorar cuando cosas buenas llegan y saborear al máximo cada momento… quizá después duela, quizá después se nos regrese de a golpe y con creces pero si ocurre es porque así tenía que hacer y nos toca aprender algo pero no quedarte a medias cuando de sentir se trata, cuando algo te vibra, cuando algo te da curiosidad, te inspira, te motiva… todo es nutritivo. Lo bueno y lo malo. Es muy fácil buscarle los aprendizajes a lo malo pues es alguna clase de consuelo pero a veces siento que nos cuesta más trabajo exprimir a lo bueno por ilógico que parezca. 


Agradezco por estos momentos de certeza, inspiración y creatividad que estoy teniendo para escribir y expresar todas estas ideas justo de la manera en que lo necesitaba. Agradezco haber podido salir del bloqueo y tener agilidad mental. Por esto y por mucho más. Gracias Dios.