lunes, 24 de mayo de 2021

 Estoy aquí ya sentada en mi lugar. 

Adolfo no ha llegado así que nadie se ha dado cuenta de que llegué ocho minutos tarde y en realidad no importaría porque se supone que tengo tolerancia de diez minutos. Digo... yo no sé si por acumular cierta cantidad de días con diez minutos de retraso amerite una amonestación o algo por el estilo. Creo yo aunque no lo sé con certeza que igual no tienen forma de monitorearlo porque no checo en ningún lado. Y no los creo capaces de checar cámaras. Ni que estuviéramos en Costco.

En fín, fin del comunicado empresarial. 

Quiero ir por un café y quiero escribirte antes que llegues a tu empresa, para que cuando llegues te encuentres con este pedacito electrónico de mi. No es la gran cosa y en teoría se podría ver como una simple copia de una hermosa carta que me diste ayer... pero la hice de este modo porque soy más rápida y porque no pretendo en lo absoluto darte la carta hasta que nos veamos.

Tantas cosas pasan en este pequeño rato que no te veo. 

Lamento todo lo de ayer y al mismo tiempo no. Porque es nuestra etapa y estamos creciendo. 

Lamento no sentirme una buena esposa que te apoya a la que puedes recurrir y lamento que el tiempo se pase como agua y no nos alcance para discutir, reconciliarnos y todavía descansar. 

Yo sé que todo es equilibrio y siento que ahí la llevamos a pesar de todo. No nos gritamos feo ni nos pusimos súper mal. Ambos supimos maso menos mantener el control. 

Ismael yo te amo. Solo quiero ayudarte, estar contigo, quiero que seas feliz. 

Si tu eres feliz yo soy feliz. Es así de simple. 

No me voy a rendir nunca contigo, perdóname si me desespero y lo hago parecer así. Te aseguro que siempre estaré contigo. 

Te amo mi esposo. Te veré al rato. No espero nada. No espero que todo salga bien y seamos el par de niños cursis, no espero que peleemos, no espero que nos arreglemos. 

Solo quiero dejar que las cosas sucedan y sean lo que tengan que ser. Daré mi mejor disposición y estaré contigo. TE AMO. 

jueves, 6 de mayo de 2021

El aire que entra por la ventana del trabajo el día de hoy, huele a las mañanas de miércoles de cuando era niña y que quién sabe por qué fortuna del destino no me tocaba ir a la escuela y me iba con mamá al tianguis. 

Huele a mañana, a posibilidades.

Creo que eso es lo rico del olor del amanecer. Recordar que empieza un nuevo día y que cualquier cosa puede ser posible. Es una oportunidad nueva. 

Olor a amanecer, ese mix de aromas que se hace, me gusta tratar de imaginármelo.

Huele a cómo se refrescan las cosas ante la ausencia del sol: las banquetas de las calles, el asfalto, la tierra en los jardines, las hojas, las ramas y los troncos de los árboles que absorben la humedad del sereno.

Y aún así ante ese frescor, empieza el calorcito rico del sol y el destello de colores, el montón de pajaritos contentos de un lado al otro buscando comer, el olor a café de las fondas en las esquinas o los chilaquiles, los lonches de pierna, tacos al vapor, cosas llenas de grasa que yo ni como muchas veces pero que relaciono con las mañanas por los paseos con mamá al tianguis. 

También se me antoja estar en un vips como con mi abuelita, el olor a café de cafetera y el tintinear de los cubiertos. Hot cakes, roles de canela y yogur. 

Y hoy estoy aqui. Casada, sentada en Clase Azul trabajando. No es malo. Solo es diferente.

Ya quiero que sea sábado en la mañana y amanecer tranquila con Ismael.