viernes, 4 de diciembre de 2020

 Esta rico el día, cualquiera diría que para envolverse en las sábanas pero yo prefiero ir a caminar. 

Me gustaría estar en un bosque y sentir la humedad y el frío en la tierra que toquen mis pies y en el viento.

Ver las hojas decoradas con gotitas de agua.

Con el clima como esta me siento en Liberté. Es una sensación extraña que no he encontrado la forma de explicar.

Liberté nació cuando yo tenía 13 años, en el cumpleaños número 90 de la tía Pachita en paz descanse en lo que al parecer es conocido como Valle de Santa Cruz, Tlajomulco de Zúñiga. No tengo idea cómo estará la zona ahora pero en ese entonces era puros terrenos de lotes baldíos no necesariamente sucios como los que se ven acá en la ciudad sino solo llenos de flores silvestres, hierbas y matorrales. Fuimos a una casa en un terreno que le prestaron a mi tío Javier.

Llevaron marimba para celebrar toda la familia de mi tío y la familia Hurtado Flores. Llegó el atardecer y mientras los adultos estaban extasiados en su reunión, los "peques" salíamos a jugar a la terraza. A mi me gustaba aislarme a veces, quedarme oliendo el viento y disfrutar el silencio y la tranquilidad. Y empecé a reunir todo: la música que me encantaba en ese momento, historias de amor que me inventaba en la cabeza y nació Liberté. 

El lugar lo puedo describir muchas veces, pero difícilmente las sensaciones que me genera imaginar estar ahí. Trasportarme. Es silencio y reflexión, olores, frescor, justo lo que siento en este momento con el clima como esta. 

El clima se parece un poco a Francia también pero no es lo mismo. Allá era como adrenalina porque todo era extraño, externo y diferente. Ni siquiera me alcanzaba para un café en el centro de la ciudad. Y aquí trato de pensarlo más como un lugar seguro. Un sitio que disfruto sin incertidumbre sino con aceptación y calma.

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