viernes, 7 de febrero de 2020

A veces es mejor no pensar ni deshilar cosas.

Nunca puedo enojarme con las personas, siempre les tengo como compasión porque prefiero analizar el por qué hacen algo que lastima y termino llegando a la conclusión que solo es el reflejo de alguna inseguridad, un complejo... o simplemente sus sentimientos en estado puro.

Si ni ellos pueden controlarlo hasta dejarlo aflorar con el resto de personas que los rodean.
¿Por qué voy a querer yo que se comporten de cierta forma en específico hacia mi?

Solo puedes enfocarte en ti mismo,

En darte cuenta por qué te afectó lo que hicieron, qué genera.
Y no solo hablo de tenerte paciencia con las emociones incontrolables que pueden fluir sino descubrir qué te esta diciendo de ti mismo esa situación. Y poder manejarla.

Calmarte, como sea que le tengas que hacer pero calmarte.
Correr, bailar, gritar, romper cosas, escribir, hablarle a alguien pero calmarte y sobre todo no hacer nada. Porque el 99% de las veces que reaccionas a cosas que te hace otra persona y que te afecta, terminas arrepintiéndote.

Encontrarte, llenarte de autoconfianza, autoseguridad. Darte cuenta de tu propio valor, tu lugar en la situación y el papel que tu quieres llevar a cabo en cada momento de la vida.

Luchar por superarte y ser mejor persona, usando esa situación para intentar crecer.

Al final de cuentas, somos mucho más fuertes de lo que pensamos.
Se necesita madurez y fuerza de voluntad para resistir a nuestra impulsividad.

Y yo considero que las tengo.

Así que basta ya.

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