jueves, 11 de enero de 2018

Viajar ligeros.

Quizá sean las palabras clave para lograr vivir la vida.

Desde que empece este viaje, vine con mil cosas encima de mi.
Miles de miedos, inseguridades... dudas.
Cosas clavadas en mi mente y en mi corazón.
Y hoy por primera vez, recuerdo que la vida se trata de eso, de viajar ligeros.

De soltar todo, de abrir los brazos, de soñar, de compartir.
Vienes y buscas que la comida sea parecida a la de casa.
Sales de fiesta y quieres que te pongan las mísmas canciones que escuchas en las reuniones a las que acostumbras ir.
Sin darte cuenta... que si estas aquí es para descubrir todo aquello que existe además de lo que conoces.
No para juzgar, no para dividir y no para sectorizar ni clasificar.
Simplemente para diversificar y valorar aún más las cosas con las que creciste, siendo objetivo.

Han habido días en los que lo único que quiero es ese momento en el que estoy saliendo de la puerta del aeropuerto, lista para volver a casa y lista para volver a lo que siempre hago. Porque extraño a mi familia, porque extraño a mi novio, porque extraño a mi cuarto, a mi clima....

Y sin embargo hoy me doy cuenta de lo tonta que he sido... porque todo esto es una aventura. Porque hay arquitectura, porque hay urbanización, porque hay cultura, porque hay idioma... toda una combinación de cosas diferentes que valen la pena vivir.

Ya no quiero quedarme sola y asustada encerrada en el cuarto, cuando a fuera tengo todo un mundo que descubrir.

Quizá este viaje me sirva no solo para lo que ya todos saben que pasa en un intercambio, sobre la independencia y bla bla bla. Si no... para realmente aprender a dar de mi, reintegrarme, compartir... planear... ceder. Dejar atrás todas las restricciones mentales que me pongo.

Disfrutar la vida con otros sabores, con otras vistas, con otras sensaciones térmicas... con un poco de suerte y si Dios nos lo permite, volveremos a casa, nuestro cuarto estará ahí, nuestra música estará ahí, nuestra cultura y nuestro idioma. Nuestros familiares y amigos más cercanos estarán esperándonos para escucharnos aún más de lo que ya les hayamos podido contar.

Y sin embargo... ya no seremos los mísmos.
Seremos esa persona en la que no nos hemos convertido, esa persona increible que es valiente, que sale adelante, que logra ser feliz, que aprende, que reflexiona, que se adapta y valora.
Esa nueva persona que nos grita que no hay porque temer, que no debemos estar asustados. Que grandes cosas nos esperan.

Que nadie te diga lo que eres.
Que nadie te diga lo que te conviene más, lo que no vale la pena.
Eso, en tu vida, solo lo decides tu.

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