miércoles, 22 de marzo de 2017

Ya lo pensé mejor. No va a funcionar.
Bueno... eso ya lo sabías.
Sé que eres fuerte y esto sirve para eso.

A veces te agotas mentalmente y nadie comprende eso.
Y sientes una pesadez en el cuerpo.
Pero no tiene nada que ver con no haber dormido bien.
Sientes como nauseas y aunque quizá sea de hambre porque no haz tenido apetito...
Sabes que es solo una reacción física a emociones fuertes.

A veces despierto con ganas de ir a un Vips, como cuando era pequeña con mis abuelitos.
Y cuando no me preocupaban tantas cosas que sé que ya nunca podré olvidar.
Y pedir un chocolate o quizá un jugo de naranja.
Unos hot cakes repletos de lechera.
Y mientras llegan acabarme el pan de la canasta que ponen en el centro de la mesa.
Escuchar los cubiertos por todo el restaurante.
Oler la colonia de mi abuelita.
No querer estar en ningún otro lugar.
Sentir seguridad ahí.
Estar feliz ahí.
Así encontré la paz yo siempre.
Sola.

¿Y todavía me extraña que me cueste tanto trabajo abrirme más a las personas cuando me siento mal?
Si ya no esta mi abuelita, si ya no existe su casa... si ya no me puedo pasear en ella y tirarme a la cama a ver tele... ¿en dónde encuentras esa tranquilidad? ¿Dónde la debes de buscar?

La respuesta yo siento que es que en ti mismo.
Pero a veces hasta yo me tengo harta.
Y quisiera poder salir huyendo de mí.
Por eso generalmente cuando estoy estrenada o triste o como sea que se le pueda decir a esto.
Me gusta ir a correr.
Como si a cada paso dejara esas partes de mi que no necesito.
Esos miedos e inseguridades.
Esas angustias y preocupaciones.
Ese overthinking.

El problema es cuando se supone mejor no deberías ir a correr porque tienes que estudiar.
¿Cómo me meto tanta información en la cabeza con este nudo en el pecho?


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