Me siento físicamente inflamada pero cuando me veo al espejo me veo bien,

Y eso me encanta. 

Me atrevo a decir que disfruté más el cumpleaños de mi papá que él mismo.

Fue mejor que ir a un restaurante y gastar a lo tonto, pues disfruté desde que fuimos al tianguis a comprar las verduras, a la carnicería por todos los filetes, disfruté pasear por las Outlet buscando un regalo para él y disfruté la aventura de estacionar el carro en Punto Sur para atravesar caminando a La Rioja y comprar el pastel. 

Disfruté cocinar con mamá y no atascarme y disfrutar justo y exacto lo que me serví en el plato. 

Hubiera querido poder comer más pastel pero hasta cierto punto agradecí que no fuera así. 

Lo que menos me gusta, siempre es el alcohol pero sigo sin poder resistirme a beberlo.

A veces solo tengo que calmar al animalito que vive dentro de mi histérico que solo quiere comer sin consecuencias. 

Me gusta estar con mis papás, necesitaba escapar de la posibilidad de deprimirme de nuevo como el domingo pasado que todo se me vino a bajo muy feo. 

En cualquier momento puedo caerme, de eso estoy consciente pero... prefiero pensar que siempre tengo la posibilidad de ir a rescatarme a mi misma y pintar de colores mi vida. Volverme a conectar con lo divino.