La playa… ojalá quedara tan rápido como para venir cada que se te antoje… y no a cuatro horas de distancia. Estoy emocionada por volverlo a ver pero al mismo tiempo me da mucho miedo… porque me conozco y soy de clavarme, yo no me rindo fácilmente y se que si me entrego lo hago a manos llenas.
Traigo muchas cosas en la cabeza y al mismo tiempo no quiero
traer nada… estar aquí me hace recordar Cancún y Punta Perula y Sayulita… solo
tres playas en las que pude estar con Ismael… y se quedaron clavas en mi
corazón… esa sensación de sentirme sexy, de sentirme en aventura y protegida al
mismo tiempo. Ahora… volver a convivir con mis papás, con mi familia y sus
decisiones, es bonito porque estar sola también es cansado pero al mismo tiempo
me enfada… era una dinámica en la que nunca se toman en cuenta al 100% tus
opiniones y si se hace… alcanzas a sentir como culpa. En cambio… con Ismael era
NUESTRA historia, nuestras decisiones. No puedo creer que todo eso… aquello que
creía tan mío… tan mi hogar… de pronto de la nada se esfumara de mis manos…
como polvo, como arena…. Y sin embargo quede salpicada. Me genera mucha
incomodidad y hasta cierta desesperación su ausencia…
Y trato de enfocarme en el presente. En lo que soy ahora. En
el dónde estoy aquí, ahorita. El cuerpo que ahora tengo, las decisiones que he
tomado sobre él tanto consciente como inconsciente. Trato de acordarme de mis
amistades que me han hecho sentir que les hago falta ahora que no estoy en mi
rutina y a pesar de que a muchos de ellos no los veo todo el tiempo. Trato de
pensar y aferrarme a Luis aunque quizá tampoco este bien. Y es que me gusta la
intensidad… tengo esos altibajos. Necesito pasión e intensidad, y después calma
y meditación para después concentrarme y dar lo mejor a nivel productivo y
volver a empezar el ciclo.
Creo que ya me tocaba descansar sobre todo después de casi
tres días sin dormir por culpa de mi locura y ganas de soltarme y la neta quise
agradecerle a Dios y a la vida que me daban la oportunidad de dejarme llevar y
de que se me cumpliera el deseo de estar con Luis. Llevaba dándole vueltas al
pensamiento por semanas si no es que por meses… y cuando se te presenta la
oportunidad… no lo sé pero yo ya tengo como un instinto de culpa… en el que no
me puedo creer que la vida me quiera permitir estar contenta así que trato como
de evadirlo… pero ahora me dejé llevar… quizá demasiado… y es que al final de
cuentas siempre estamos en busca del equilibrio.
Pero lo que sí recuerdo sobre Ismael es que llego y arrasó
con todo en mí… derribó poco a poco mis barreras y me liberé… ahora ya no me
siento con la capacidad de volverme a encerrar, de volverme a limitar, tengo
ganas de ser feliz, tengo ganas de soltarme y es lo que hice. Diría que ya no
me importa estrellarme, pero estaría mintiendo, claro que no quiero terminar
arrepintiéndome pero ya me harte de tener miedo a lo que pueda pasar y al final
de cuentas el decidir no hacer las cosas es una decisión… prefiero sufrir
porque hice lo que me latía porque me dejé llevar, porque confié. Yo creo en
Dios… en su camino y siempre me ha presentado cosas locas pero supongo que es
porque tiene un plan para mí. Quizá no lo comprendo, pero sé que existe.
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