Me he dado cuenta, que me gustan detalles tan bobos como una crema de manos. Su olor y cómo me puede hacer sentir delicada, limpia y más tranquila.
Me regalé una canción, un momento de calma.
Y dejo de existir.
Floto en la habitación y me transformo en polvo de estrella.
¡Puedo volar!
Ya no necesito ver el suelo. Desde aquí, solo el cielo me asombra.
Dios me acompaña, a cada paso.
Me tropiezo pero me espera.
Siempre me espera.
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